.- Otra forma de hacer política.
La política tradicional es que un grupo establece sus principios, su reglamento o estatutos, su programa y su plan de acción. Algunos hasta lo escriben, aunque, como en el caso del PRD lo hagan en papel de baño. Después se dedica a reclutar o hacerse de militantes. No estamos juzgando eso como bueno o malo. Así es y ha sido, ha tenido éxitos y fracasos. Pero la Otra no ha seguido ese camino. La Otra establece apenas unos parámetros, unos puntos mínimos de acuerdo (los que diré más adelante), entre ellos está el que más definiciones deben ser producto del análisis, discusión y acuerdo de quienes están en este movimiento. No hay pues, todavía, reglamentos o estatutos, programa ni plan. Los principios están desarrollándose en los 6 puntos que se discuten en todo el país: principios, características, estructura, espacios específicos, política de alianzas y tareas inmediatas. Es claro que, conforme se avance en esas definiciones, se irán algunos grupos y personas, y que se entrarán otros, otras.
Aunque podría pensarse que un movimiento, que arranca con tan pocos puntos firmes de identidad, iría muy lentamente, con la Otra no ha sucedido así. Nosotros pensamos que es porque esos pocos puntos firmes son determinantes, y convocan a lo mejor de la historia pasada y presente de la lucha social en México. A saber:
.- El lugar y la historia propias.
La Sexta Declaración parte de la definición de quiénes somos y en dónde estamos. Cada quien en cada parte, cuenta y recuenta lo que es y dónde está. La Otra es en su primera etapa un pase de lista, que tod@s escuchamos. Un reconocimiento mutuo que va más allá de la movilización. No se trata de ser parte numérica de un movimiento, sino de una pertenencia cualitativa. Aquí, en la Otra, se es como es cada quien, con su modo, con su bandera, con su rostro, con su voz, con su historia.
Pero este pase de lista no es con todo el país, ni siquiera con todo el México de abajo. No todos, todas, están convocados. Hay definiciones comunes que tienden los puentes entre esas historias diferentes, distintas en tiempo y espacio. Estas definiciones son:
.- Anticapitalista de izquierda.
Esto se dice fácil, pero representa en esto tiempos de claudicación disfrazada de madurez y sensatez, un verdadero desafío al sistema. Y precisamente se hace cuando más omnipotente y omnipresente parece el capitalismo, y cuando pareciera que el movimiento de izquierda radical ha muerto.
Se parte de una concepción de la realidad nacional y mundial. Hay un sistema, el capitalista, que se define por 4 ejes: despojo, explotación, desprecio y represión. Estos 4 elementos están en su origen y son la condición de su desarrollo. No todos somos iguales y no todos somos libres. Hay quien tiene todo y hay quien no tiene nada, y los primeros tienen a costa de los segundos. Su núcleo fuerte y fundamental está en la existencia de la propiedad privada de los medios para producir bienes, que se encuentran en manos de unos cuantos, los que tienen el dinero, es decir, los capitalistas o burgueses; y en la existencia de quienes no poseen mas que su capacidad física e intelectual de trabajo, su fuerza de trabajo, los trabajadores y las trabajadoras del campo y de la ciudad; y en la relación que se establece entre unos y otros: una relación de dominio. No sólo de explotación pero sobre todo de explotación.
Eduardo Galeano, ese “huellador” de las venas abiertas de nuestra América Latina, nos cuenta:
“El Pionero. Grandes Invenciones de la Humanidad: no se sabe quién inventó la rueda que mueve las carretillas y las máquinas, pero sí se conoce el nombre del inventor de la rueda que mueve la economía. Fue Marco Licinio Craso, nacido en el año 115 antes de Cristo. Él descubrió que la vitalidad del mercado depende del impulso mutuo entre la oferta y la demanda de bienes y servicios. Para poner en práctica esta ley del circuito económico, fundó una empresa en Roma. Así nació la primera empresa privada de bomberos. Tuvo mucho éxito. Don Marco Licinio provocaba los incendios y después cobraba por apagarlos.” (Eduardo Galeano. Bocas del Tiempo).
Este sistema genera mucha riqueza, pero la concentra en pocas manos.
Es el responsable de los robos y despojos en el campo y la ciudad, de los bajos salarios y los altos precios, de la crisis en el campo, de la falta de vivienda digna y servicios, de la falta de escuelas, de la falta de salud, de la mala alimentación, de la dependencia extranjera, de los conflictos sociales, de las guerras, de la ausencia de justicia, del autoritarismo, del racismo hacia los indígenas, de la violencia a las mujeres, del desprecio a los ancianos, del repudio y agresión a homosexuales, lesbianas, transgénero, de la criminalización de la juventud, de la falta de libertades verdaderas, de la información manipulada y mentirosa, de la destrucción de la cultura y de la historia.
En suma, el sistema capitalista es el responsable de la miseria de la mayoría de la población en nuestro país. Y en el mundo, porque el capitalismo es el sistema dominante en el planeta.
Esta caracterización no es una creencia o una intuición más o menos elaborada. Es producto de un análisis científico de la realidad histórica.
Ser anticapitalista es esto. Y ser de izquierda es ir más allá de esta caracterización, es decir, luchar por la transformación de ese sistema.
Claro que hay quien dice que se puede ser de izquierda sin ser anticapitalista. Que son de izquierda los movimientos o personas progresistas que luchan contra los excesos y arbitrariedades del capitalismo. Puede ser, pero por eso la Sexta señala como requisito no sólo el ser de izquierda, y agrega lo de anticapitalista. O sea que no se trata de atenuar excesos, limar filos, o buscarle lo humanitario al sistema antihumanista por excelencia.
Se trata de destruirlo. Y de hacer “otra cosa”.
.- Escuchar.
Algo que define a la política tradicional es que se habla y los demás escuchan. Acatan o disiente, pero escuchan. En la Otra se trata de invertir la relación, de escuchar al otro, su historia y su lucha. Conocer así la identidad del otro, la otra, y establecer así una relación de respeto. La escucha afirma la identidad del que habla y la ubica respecto a los demás.
Con la escucha se rehace el mapa del movimiento nacional de resistencia y plantea nuevas posibilidades. Así lo expresaba, palabras más, palabras menos, un militante de izquierda, miembro de la Karavana: “una cosa es conocer la realidad nacional en las estadísticas, las publicaciones, los análisis; y otra muy distinta verla y escucharla en la propia voz y realidad de los de abajo”.
El conocimiento que de este oído colectivo se deriva, permite saber que no estamos solos, ni en la resistencia, ni en la lucha, ni en los problemas, ni en las aspiraciones.
El que la Otra arranque con un oído es una de sus definiciones más novedosas, creativas, imaginativas y subversivas, aún dentro de la misma tradición de la izquierda mundial.
.- Programa Nacional de Lucha.
¿Qué queremos y cómo lo vamos a conseguir? Estas preguntas se pueden responder en tiempos y espacios diferentes. Por lo regular, es en el inicio de una organización o movimiento, y en el espacio de los iniciadores.
La Otra ha decidido construir la respuesta en su desarrollo y en el espacio de quienes la forman y a quienes va dirigida.
La Otra decide contestar con los de abajo y abajo, no arriba ni con los de arriba. Y no sólo en una posición social, también en una posición que no es la de mando o dirección. Se responderá en todas partes, no en una sola o en un sector. No se decide en un espacio y de ahí se “baja” al resto, sino que el movimiento es el mismo espacio de respuesta.
.- De abajo.
Se elige mirar, hablar y escuchar abajo, no hacia el Poder o hacia quienes se congregan en torno a él. Con esta definición se toma una distancia respecto a la política tradicional. En lugar de buscar la movilización para conseguir, primordialmente, la interlocución con el Poder, se busca la transformación radical de la relación de Poder.
.- Civil y pacífica.
Esto se entiende por sí sólo. Pero se remarca precisamente porque quien convocó es una organización político-militar. Sólo llamo la atención sobre el hecho paradójico de que una organización jerárquica y autoritaria convoque a un movimiento que la contradice.
.- ¿Las partes y el todo?
Hay que entender que una cosa son las características, principios, estructura, formas de lucha, política de alianzas y tareas de quienes hacen suya la Sexta y se entran en la Otra, y otra diferente son las que definen a la OTRA.
.- La construcción y defensa de espacios.
En la Otra nada está dado. Hay que luchar no sólo por darnos un rostro, una voz y un paso propios. También hay que luchar por construir y defender los espacios de las identidades que, por lo regular, son borrados o despreciados o subordinados en los proyectos de la izquierda no sólo en México sino en el mundo entero. A saber, cuando menos (habrá otros, otras, es seguro, porque este es un movimiento condenado a crecer):
.- Pueblos Indios.
.- Mujeres.
.- Jóvenes.
.- Otros amores.
.- Niñ@s.
.- Ancian@s.
.- La disputa por la hegemonía en el todo y en los espacios.
La Otra debe también ser (y, según nuestro análisis, es) un espacio de análisis, de discusión, de debate. Es natural que las ideas que se congregan acá y acá adquieren un espacio de expresión, pretendan convencer al mayor número y convertirse en el modo hegemónico.
Pero nosotros pensamos que debe prevalecer, sobre todo, la exposición razonada de argumentos, la escucha atenta y respetuosa de ella, y el debate rico y creativo de esos argumentos. Según nosotros no se trata de vencer al diferente, sino de hacer crecer las razones con modos de compañeros de lucha.
Un ejemplo: la lucha por el Socialismo. Ojo: el socialismo no es el único anticapitalismo de izquierda. Existen dentro de la Otra, al menos, el anarquismo y el movimiento libertario. Quienes dicen que la Otra debe definirse ya por el socialismo no sólo ocultan esto, también que es su socialismo el que debe adoptarse (obviando las diferencias entre quienes plantean esto). Y, en lo fundamental, se pasa por alto que esa definición pretende, según nosotros, ser algo que surja de abajo, con trabajo político, análisis, discusión, organización, definición. Nosotros no hemos visto, todavía, que los anarquistas y libertarios pretendan que su pensamiento es el que debe definir la Otra.
Unos y otros, unas y otras, hemos encontrado en la Otra un espacio para nuestro pensamiento y nuestra práctica. Y suponemos que estaremos en él mientras no deje de ser lo que es, es decir, un espacio de encuentro para enfrentar al sistema capitalista.
.- La homogenización en el todo y en los espacios.
En los métodos de trabajo, en la forma organizativa, en los modos de toma de decisiones y de su cumplimiento, en los análisis, en la discusión y en la toma de acuerdos, se tiende a querer homogeneizar. Que si la asamblea, que si la consulta, que si la delegación, que si la representatividad.
Nosotros lo que hemos observado es que las cosas salen mejor según el modo de cada quien, y que la Otra debe tener el acuerdo, al menos para las cuestiones fundamentales, de todo@s quienes la forman.
.- La Otra como escuela: l@s maestr@s y l@s alumn@s.
Si en su motivación original la Sexta Declaración explicitaba la voluntad de nosotras, las zapatistas, los zapatistas, de volver a cursar la materia de dignidad pero ahora a nivel nacional, el desarrollo de la Otra, no sólo en el recorrido de la Comisión Sexta, nos permite decir que tenemos ya escuela y maestros. Que éstos son los mejores que pudiera tener cualquier movimiento honesto y noble: los pueblos indios, las organizaciones políticas de izquierda, el movimiento social, las ong´s, los colectivos y grupos, las familias e individuos, de abajo y a la izquierda; y que el espacio es el mejor: los cielos y suelos de nuestro país.
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