VI.- Los caminos de la piel.
Hay, dice Sombra, caminos y modos de caminar la piel que la madrugada arropa.
Está quien la recorre con torpeza, guiado por su sola y solitaria ansia.
Está quien la acaricia mecánicamente, como repitiendo una lección mal aprendida.
Está quien trata de recordarse, buscando un espejo que le devuelva la imagen propia.
Y está quien la camina como si fuera la primera y última vez, preguntando “¿aquí? ¿así?”, buscando lo que no existe… hasta que se encuentra.
De madrugada trata Sombra de construir puentes con palabras y hechos. No deja de dolerle su dolor ni duele menos; pero es otro dolor, uno que ayuda a caminar y a pensar en otro mañana.
Porque, dice Sombra mientras se amarra las botas, no sólo con labios y piel se besa y abraza a la luz que hace falta, también con las letras y suspiros que nube se hacen en la madrugada…
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